Yo sentía por doña Concha Piquer una gran admiración, para mí era como una diosa y sus canciones me parecían maravillosas.

Como todas las artistas que estén entre las más grandes, Concha hizo escuela al difundir su arte por todas partes. Creo que hay artistas con otro estilo y otra personalidad que siguen por su camino en la tonadilla. Mis diferencias con Concha no me han quitado la inmensa pena que siento por su muerte. Por su maestría e inmensa voz de terciopelo será eterna, estará siempre en la memoria de todo aquel que ame la canción española.

Cuando empecé a trabajar en El Duende me escondía las manos... hasta que un dí cantando una canción que no era puramente flamenca, saqué las manos con mucho miedo y me puse a moverlas... me dijeron que eran preciosas, y que por que no las utilizaba más. Se acabaron los complejos.

Lo de la más grande, mucha gente me lo dice, pero son piropos gentiles que les hacen a las artistas. El director de mi casa de discos se empeñó en ponerme ese adjetivo y yo no pude negarme. Lo bueno de eso es no creérselo. Soy feliz pensando que todavía me queda mucho por aprender.

Empiezo a calentar motores en el Camerino con Enrique de Melchor, a hacer voz, y luego voy probando para que el directo no me pille en frío. Me voy entonando con la misma música y con el mismo sentimiento de gustarle a la gente. Es una forma de entregarme, de corresponder al público que paga por verme cantar. Es como entrar en éxtasis. No es posible explicar que siento cuando canto.

No tendré vida suficiente para mostrar mi agradecimiento a Cádiz... Lo más importante son los sentimientos y Cádiz me ha hecho el galardón más grande que me podría haber dado la vida.

Ahora ya, en cuanto me ponga una mijita mejor, te vas a venir una semanita con Isabel, tu mujer, a Yerbabuena, y allí verás tú como te cuento todo lo que quiero decirte para ese libro que tenemos que hacer y que yo no quiero que escriba nadie que no seas tú. Verás tú que libro más bonito nos va a salir.

Rocío Jurado a su gran amigo Antonio Burgos pocos días antes de morir.

La más grande es la copla.

Desde pequeña siento el toreo de una manera muy pura. Tengo una gran afición.

Tengo la suerte de tener como esposo a un hombre que ama su profesión, porque José hasta dormido torea.

Yo de mi pueblo me lo espero todo. Lo que no esperaba era esta medalla (Mérito Turístico de Chipiona), no sé si la merezco. Recibí la noticia por una carta del Ayuntamiento y me harté de llorar.

Si fuera por las mujeres no habría guerras, porque las mujeres paren.

Cádiz es una tierra que es para morir.

He estado a punto de perderlo todo e intentaba imaginar como podría ser feliz sin los aplausos. A lo mejor podría conseguirlo, pero eso no sería la felicidad.

No he perdido la esperanza, al contrario tengo más ganas de luchar. Y si no lo gano cuando me vaya no será porque no haya peleado.

Ahora todo tiene mucho más valor. Cada día que amanece es un regalo.

...Yo es que soy pueblo, y creo que mi éxito reside en eso, en que sé donde está mi raíz, y la gente se identifica con ello.

Yo no soy una diva, soy una currante de la canción, y el día que piense lo contrario caeré en picado.

Yo no soy la número uno porque no compito en una carrera de caballos.

La vida es el milagro de abrir los ojos cada día y sentirte querida. En la muerte nunca pienso, aunque sé que la muerte es un peaje que tenemos que pagar por haber vivido.

En esta profesión hay que lucharlo todo. Mis aplausos, el cariño que siempre he recibido, me los he zapateado durante muchos años.

Los premios son el reconocimiento a una vida dedicada a mi trabajo.

Juana Reina es la reina auténtica de la Copla española, la majestad, el saber caminar en el escenario, el sentimiento, es como si de pronto la Macarena se pusiera a cantar.

Yo no tengo ni un día en mi vida, que no me acuerde de Lola Flores y Juana Reina. Ellas están en mi mente, en mi corazón, en mis canciones, en mis recuerdos, ellas están conmigo, ellas se han ido, pero han dejado un montón de arte, un montón de vivencias, un montón de corazón abierto, de sentimientos, de canciones, han dejado tanto que no se pueden ir.

Mi madre ha sido la compañera mejor que podía tener en mi vida, la confidente mejor, la mejor tata, por que era una madre con una ternura y una entrega tan grande para su hija, para sus hijos, pero ella decía que a la que le hacía mas falta era a mi, porque estaba en un mundo muy difícil, las dos vinimos a Madrid, sin conocer nada, sin conocer a nadie, y ella se dió cuenta enseguida y entonces estaba más tiempo conmigo. Es el ser absolutamente mágico que habído en mi vida.

Estoy muy contenta de haber hecho la película 'La Lola se va a los puertos' por que creo que es una película seria de las que se han hecho sobre Andalucía.


Algunas de estas declaraciones han sido recogidas del los magníficos libro de Juan Soto Viñolo "Rocío Jurado, una biografía ítima" y de Antonio Burgos "Una historia sentimental".